La destrucción de las ciudades bíblicas de Sodoma y Gomorra es uno de los relatos más fascinantes de la historia. Según la Biblia, estas ciudades fueron castigadas por Dios (Yaweh Hebreo) con fuego y azufre, pero ¿qué hay de cierto en este relato?.
Un estudio publicado en la revista Nature sugiere que la destrucción de Sodoma y Gomorra pudo deberse a la explosión de un meteorito gigante hace unos 3.650 años.
Según se desprende de ese estudio, varios científicos sugieren que lo descrito en la Torah hebrea en este caso en el Géminis, sobre Sodoma y Gomorra fue “acontecimiento astronómico” que generó la destrucción de ambas urbes.
Sodoma y Gomorra: su destrucción
Los investigadores, dirigidos por el profesor James Kennett de la Universidad de California en Santa Bárbara, encontraron pruebas de que un meteorito de unos 30 metros de ancho impactó en la orilla norte del valle del río Jordán, arrasando una enorme ciudad de 100 acres.
La explosión produjo una onda expansiva de 740 mph y temperaturas superiores a 2.000 grados Celsius. Los restos humanos encontrados en el lugar sugieren que los habitantes de la ciudad fueron desmembrados e incinerados.
Los investigadores también encontraron pruebas de que la explosión liberó grandes cantidades de azufre, lo que podría explicar la referencia anotada en el Génesis de que Sodoma y Gomorra fueron destruidas por “fuego y azufre.
Los hallazgos del estudio apoyan la teoría de que la destrucción de Sodoma y Gomorra fue un evento real, no un mito. El impacto del meteorito pudo haber sido el evento que dio origen a la leyenda de estas ciudades.
También los científicos encontraron materiales de construcción y fragmentos de cerámica fundidos en vidrio en Sodoma y Gomorra. Este hallazgo propone que las temperaturas durante suceso alcanzaron niveles extremadamente alto.
Palacio destruído
En aquel tiempo no existía tecnología humana capaz de provocar tal devastación.
El profesor Kennett afirmó: “Hay evidencia de una enorme bola de fuego cósmica cerca de esta ciudad llamada Tall el-Hammam.
Comparó el extraordinario suceso con el “Evento de Tunguska” de 1908, cuando un meteorito de 12 megatones arrasó 80 millones de árboles en 830 millas cuadradas del este de Siberia.
También pudo haber sido similar al impacto que eliminó a los dinosaurios, pero a escala menor. Otra pista fue la identificación de metales fundidos, como hierro y sílice, en muestras de tierra y sedimentos.
El asentamiento albergó una civilización primitiva por miles de años. En esa época, era diez y cinco veces más grande que Jerusalén y Jericó, respectivamente.
El profesor Kennett afirmó: “Creo que uno de los hallazgos principales es el cuarzo impactado. Son granos de arena con grietas que solo se forman bajo altísima presión”.
“Tenemos cuarzo impactado en esta capa. Eso significa que hubo presiones increíbles para fracturar los cristales de cuarzo. El cuarzo es uno de los minerales más duros. Es muy difícil de fracturar”.
La bola de fuego también explicaría las “inusualmente altas concentraciones de sal” en el punto cero, de hasta 25% en algunas muestras.